VIAJE HACIA LA MOVILIDAD SOSTENIBLE

Articulo redactado en el mes de Julio de 2020 y es una reflexión muy personal sobre como he llegado a trabajar sobre temas de movilidad y publicado como colaboración en el libro de la Dirección General de Tráfico (DGT).


 

 “Quienes no estén dispuestos a enfrentar el pasado no podrán entender el presente y no serán capaces de encarar el futuro”

Bernard Lewis. Historiador 1916-2018

Esta frase del historiador inglés me sirve de reflexión para realizar este artículo que intenta trasladar mi experiencia personal sobre la movilidad y que se inicia en el estudio de la seguridad vial.

Llevo cerca de treinta años trabajando, estudiando y como jurista analizando las sanciones de tráfico, y desde este punto de vista he llegado a un mayor análisis de la seguridad vial y a estudiar la movilidad con sus consecuencias positivas y negativas.

Realizar una reflexión personal sobre mi vinculación con la seguridad vial ha resultado un ejercicio interesante de memoria y valorar treinta años dedicado profesionalmente y vocacionalmente a una actividad tan compleja como la seguridad vial.

Seguramente todo empezó en los primeros años 90, del siglo pasado, donde mi actividad profesional en el RACC y su Fundación, me llevo a denunciar aspectos como que el embargo de cuentas corrientes por impago de multas no se ajustaba a la legalidad de aquel momento.

Pero antes de esta actividad profesional, no debo olvidar que como hijo de un mecánico y conductor de coches mi aproximación al mundo de los automóviles, se produce desde la infancia, aunque percibir y valorar los accidentes de tráfico se produce más tarde.

El profundizar en los procesos sancionadores me sirvió para acceder a una realidad grave como eran los accidentes de tráfico y sobre todo sus consecuencias, los accidentados y las víctimas mortales y heridos que sufríamos en nuestro país. En el año 1989 en España habían fallecido 9344 personas, cantidad muy elevada y que ha sido históricamente la cúspide de víctimas por accidentes de tráfico.

La tendencia a realizar un análisis de las multas y las infracciones me ha permitido observar la evolución de una normativa de tráfico que se modernizaba y pasaba de una normativa estrictamente sancionadora o de control a una sanción de mayor responsabilidad social.

El gran cambio en la percepción de la seguridad vial en nuestro país se produce con la introducción del permiso por puntos como elemento sancionador y reeducador de aquella minoría de conductores que provocan una mayoría de accidentes.

A partir de mi trabajo como asesor y profesional de la consultoría en temas de movilidad y seguridad vial, escribí un libro sobre las multas, que en principio puede provocar rechazo entre los puristas de la seguridad vial. Ha sido un libro serio y riguroso que ha pretendido divulgar con total transparencia la temática de las sanciones y como en su prólogo decía el actual director general de tráfico, Pere Navarro, “La seguridad vial es una ecuación de información y concienciación, más vigilancia y control”.

En este breve repaso de la historia de la seguridad vial no debo olvidar la aparición de una fiscalía general dedicada a la seguridad vial, que ha sido el otro gran elemento que ha permitido que aquellas conductas graves y que atentan contra la seguridad de todos se puedan juzgar y poner como ejemplo de lo que no está tolerado por nuestra sociedad.

Los informes y trabajos de la fiscalía y en especial como jurista, me han ayudado a avanzar en el diagnóstico de la seguridad vial, pero sobre todo creo que han tenido consecuencias positivas en la concienciación del mundo judicial para que estos delitos por el hecho de ser realizados por personas “normales” no podían ser impunes, así como que estos delitos sean claros para la sociedad y diferenciados de lo que es una infracción administrativa.

Esta evolución que hemos vivido en estos años me ha ido aproximado a un concepto más amplio que la propia seguridad vial y es la movilidad de las personas. El ser humano ha necesitado moverse para cubrir sus necesidades y además cada vez ha deseado ir más rápido, sin este aspectos histórico y evolutivo no se puede comprender la actual movilidad y el cambio de hábitos de una sociedad que cada vez a estado más motorizada y donde las personas quieren realizar su sueño de movilidad individual, sin compartir espacios, tiempos y momentos. Seguramente es un exceso de individualismo, pero es la realidad de la mayoría de nuestra sociedad.

Esta movilidad ha tenido históricamente un punto de inflexión, que ha condicionado la seguridad vial y es la aparición del automóvil como elemento de movilidad motorizada individual. Esta posibilidad de desplazarse solo en una burbuja motorizada, tiene su aspecto más negativo en la contaminación que produce, teniendo en cuenta las personas transportadas y el espacio ocupado.

Llegado hasta este punto debo recordar y agradecer a mis compañeros docentes sus experiencias en seguridad integral y sobre todo a los alumnos que he tenido a lo largo de veinte años de clases de la Escuela de Seguridad Integral de la Universidad Autónoma de Barcelona, (EPSI-UAB), que me permiten mantenerme al día sobre los temas de movilidad y aún más importante conocer la opinión de las nuevas generaciones y su visión de la movilidad urbana y seguridad vial actual.

El contacto con el alumnado permite analizar y encuadrar la movilidad en un marco actual y real de la necesidad diaria de desplazarse para ir a estudiar o trabajar y las dificultades que se tiene en un país donde el transporte público y sobre todo el ferroviario son una asignatura pendiente por su falta de inversión y unos niveles de calidad y servicio poco fiables.

En estos últimos años se ha observado como estamos pasando de una preocupación de los fallecidos cada fin de semana a un seguimiento de los datos de contaminación urbana, producto de la movilidad. El foco de la visión social se mueve hacia el tema medio ambiental, que no es criticable siempre que todo ello sirva para reducir personas fallecidas.

Es una realidad que las elevadas tasas de contaminantes y de ruidos de nuestras ciudades, están afectando los grandes núcleos de población hasta el punto en que se pone en crisis el actual modo de movilidad de nuestras ciudades.  Esta es una realidad que debemos aceptar de igual modo que las soluciones de movilidad de nuestras ciudades no son iguales, sino que las medidas se deben adaptar a las características, de estructura, orografía y condiciones culturales y sociales de cada municipio.

Con esta pandemia vírica de Covid, una de las primeras lecciones que debemos sacar es que algunos de los problemas urbanos de movilidad se aceleran y por otro lado que no existen verdades absolutas en la movilidad urbana. La experiencia me ha demostrado que no se puede imponer un modelo de movilidad ideológico que esté de espaladas a la realidad social y cultural de una ciudad.

Mi viaje personal después de reflexionar sobre el pasado y el actual momento, me deja con la idea de futuro que debemos, como sociedad en su conjunto, exigir más inversión en mejora de la salud y de la movilidad colectiva y sobre todo conseguir con cambios educativos una mayor responsabilidad individual. Creo que con ello podemos encarar el futuro con un análisis de los nuevos riesgos viales y que estaremos ante una movilidad diferente y condicionada por nuevas costumbres sociales.